Es trágico que se diga de alguien que es (o que fue, porque estas cosas se dicen a modo de responso) un pensador.
Se nos ha ido un pensador, entonan los obituarios, como quien exalta una genialidad inalcanzable. Esta constatación de que la inmensa mayoría
no piensa es una calamidad. Una calamidad ampliamente aceptada (lo uno va con lo otro). Terrible la advertencia que hacía en su tuit el paisano
@Gonzalo_Gleez:
Hoy ha muerto quizás el último gran pensador español. D.E.P. Sampedro. Vamos, que no es que hubiera pocos: es que era el último, nada menos. Como diría Sor Juana Inés de la Cruz si viviera en nuestros días,
agárrate a la brocha que me llevo la escalera. Y más horrorosa todavía la afirmación de
@asotelo:
Todos lamentamos la muerte de un pensador como Sampedro, pero me huelo que muchos no han leído ni un libro suyo, solo es esnobismo indignado. O sea, que además de ser el último, la gente ni siquiera sabe qué pensaba. Eso sí:
trending topic mundial, su fallecimiento. Había gente lamentándose incluso de no tener ganas de fingir que sabía algo acerca del finado, que ya son ganas de tuitear. He aquí un ejemplo firmado por
@DDiegonv:
¿Para qué voy a decir “me encantaba Jose Luis Sampedro”, “me encanta su obra”, “le echaremos de menos” si no conozco casi nada de él?
Exposición Doux Amer, foto de Nicolas Auproux.
Como otras muchas veces en que el peso de la chistera se alía con su tristeza, el Tuitiritero se fue a pasear ayer por las páginas más bellas de Facebook, donde casi todos los espíritus encuentran acomodo. Y en ese garbeo más otoñizo que primaveral acabó callejeando por entre los hierros oxidados y las almas metálicas de
Lumière de l’Atelier, con su magnífica colección de viejas locomotoras, animales de ferretería y fantásticos cacharros de vapor nunca antes vistos. De allí se trajo las imágenes que ilustran esta historia. Son fotos que tienen mucho que ver con las profundas pero sencillas instrucciones filosóficas que dejó José Luis Sampedro en sus últimos años, todas ellas llamándonos a luchar contra el miedo, a vivir la vida sin esclavitudes ni enajenaciones, a plantarnos como individuos y como especie en contra del capitalismo y de la consagración del dinero como bien primordial, a mantener la juventud del pensamiento, a maravillarnos cada día, a no darnos tantos aires…
La jaula abierta y el pájaro-hombre que no se atreve a abandonarla. El otrora frágil y gracioso gorrión ahora revestido de metal y convertido en su grotesca caricatura. El viejo teatro donde se representaban nuestros sueños, antaño bellamente decorado e iluminado para las más espectaculares obras y hoy abandonado a los roedores, al tiempo y al olvido. La necesidad de reorganizar todos esos engranajes herrumbrosos de la cabeza y echar a volar la mente. En esas extravagantes imágenes estaba ayer, y sigue hoy, el rastro de ese último pensador. Para quien quiera seguirlo, claro, porque siempre se puede tuitear sobre Justin Bieber.
Obra de Igor Morski.
En su página de Facebook, el Tuitiritero preguntó por un epitafio adecuado para este viejo amigo, y la respuesta la proporcionó
Anton Ozomek:
“Que la pasen ustedes bien” es el epitafio que él mismo dijo (conferencia en la Biblioteca Nacional, en Madrid, sobre los libros que han acompañado su vida, 2007) que le gustaría que decorara su tumba. No queriendo dejarlo ahí, el del sombrero y los títeres recogió la recomendación por antonomasia de Sampedro y la transformó en una pregunta para quien quisiera contestarla:
¿Y si perdiéramos el miedo? Y esto fue lo que los paisanos de las redes, sus amigos, escribieron a continuación:
Seríamos todo amor (
Eva González Lindberg).
Apuesto a que muchos se pondrían a buscarlo como locos (
Ilustran Studiocreativo).
Si no hubiera miedo seríamos libres, que es lo que somos todos en esencia, de nacimiento (valientes y libres). La naturaleza no tiene miedo y discurre libre y de forma equilibrada y correcta. El miedo es lo que lo desequilibra todo… si nos borraran de la mente el miedo (reside solo allí), seríamos por fin felices porque entenderíamos que al final, pase lo que pase, en el fondo nunca pasa nada (
Nieves Ruiz Ortega).
El miedo es como la energía; no desaparece, se transforma. La clave está en que nosotros lo perdamos y lo tengan otros (
José María Rodríguez Labrador).
Seríamos muy felices (
Sara Lovillo Galán).
Esas cosas nunca pasan de pronto, y menos a todos… Sería un día grande ese (
Jacinto Gutiérrez).
Parece que la telepatía existe. Ahora mismo estoy recordando con las noticias de La Sexta a Sampedro. Él mismo decía que existe el derecho a vivir y el deber de vivirla. Hay que librarse del miedo, el poder más poderoso (
Loreii Vill).
El miedo en sus diferentes formas es nuestro peor enemigo. Pero hay que ser muy fuerte psicologicamente para poder superarlo (
Merchi Vea).
Moriríamos. No es broma, moriríamos. El miedo es esencial para sobrevivir, cuando responde a una situación de riesgo real y es proporcionado (
Mario Parra Cachada).
Alguno que otro cogía un tren, un avión o un barco (
Carmela Gálvez). Y como buen artista que es,
Jaime Pandeletemitía su opinión colgando un enlace a la
Sinfonía del Nuevo Mundo de Antonin Dvorak, que es una invitación a practicar lo que hacen las almas libres y desinhibidas: descubrirse, descubrir y, consecuentemente, darse al piro a la mayor brevedad.
Mario Parra daba por seguro que perder el miedo equivale a morir. Entran ganas de añadir:¡Absténganse pensadores! (siempre que quede alguno, claro), como los carteles esos que ponen en los lagos con cocodrilos. Porque cuando preguntaba qué sucedería si perdiésemos el miedo, el Tuitiritero se refería al miedo que excede el natural temor de las criaturas; al miedo inducido con fines comerciales, políticos y de otras diversas rentabilidades; al miedo de las religiones, los dogmas profanos, las moralejas sociales, las presiones familiares y los cuentos chinos de quienes siempre tienen la sartén por el mango.
Este miedo va cosido a la sociedad, como tantas cosas que van juntas y que tan exquisitamente ejemplificaban ayer los tuiteros: Hansel y Gretel, Rasca y Pica, Retraso y Borbón (@ElExpecial). Las rodillas y los pezones de la duquesa de Alba (@marsupilayo). Yú y tu maldito orgullo (@YoJuanjose).Las primas Justa y Selina, porque donde va justa, vaselina (@jiots). En tales circunstancias, va a ser complicado encontrar a un sucesor de José Luis Sampedro, alguien que se alce con el título de pensador oficial y remueva las mentes. En Twitter, @extremojulio escribía: Nunca verá el nuevo mundo por el que luchó, pero no le importó nunca. Luchó sin esperar nada a cambio, descanse en paz. Error: nadie ve nunca el mundo por el que lucha, más que los tontos y los miserables. Teniendo en cuenta que el mundo parece dispuesto a no civilizarse jamás, parece bastante factible encontrar sustituto. ¿Quién?
José Luis Sampedro no será despedido con honores de altísima personalidad, al revés que el común de los mandamases y otros no pensadores. Allá los países, con sus marcas. A él todo eso le resbalaba, pero los tuiteros no lo dejaron marchar sin celebrarle unas exequias dignas de un jefe de Estado:
Demostremos que José Luis Sampedro tenía más poder que tuvo Margaret Thatcher(@Isidora_Navarro).
Sí habrá lágrimas por José Luis Sampedro (@CJuanatey).
En todos los colegios do país debería haber unha asignatura que se chamara José Luis Sampedro. Apagouse un dos mais brilantes faros deste tempo (@landrobervilar).
La historia reconocerá a José Luis Sampedro como el español más importante de su tiempo (@Salcedofoto).
Se murió José Luis Sampedro, qué palo más grande (@MarisaArellano). A los gobernantes, tanto amor debería
ponerlos a pensar. Aunque… menuda tontería.